sábado, 5 de marzo de 2011

SOCIOLOGIA CONDUCTISTA

La sociología conductista (o como Baldwin y Baldwin [1986] la denominan, la
«ciencia de la conducta») representa un esfuerzo por aplicar los principios del
conductismo psicológico a cuestiones sociológicas. El sociólogo conductista se
ocupa de la relación entre los efectos de la conducta de un actor sobre el entorno
y su influencia sobre la conducta posterior del actor. Esta idea constituye el
fundamento del condicionamiento operante o proceso de aprendizaje por el que
«la conducta se modifica a partir de sus consecuencias» (Baldwtn y Baldwin,
1986: 6). Para decirlo de otro modo, un actor emite cierta conducta. Casi podria
pensarse en ella, al menos inicialmente en el niño, como una conducta impensada.
El entorno en el que la conducta se produce, sea social o físico, queda afectado
por esa conducta y, a su vez, «actúa» de varias maneras. Esa reacción
-positiva, negativa o neutral- influye en la conducta posterior del actor. Si la
reacción ha sido gratificante para el, lo más probable es que vuelva a emitir
la misma conducta en situaciones similares. Si la reacción no ha sido gratificante
o ha sido penalizadora, la probabilidad de que vuelva a producirse en el
futuro es menor. El sociólogo conductista se interesa por la relación entre la
historia de las reacciones del entorno o las consecuencias y la naturaleza de
la conducta presente. El sociólogo conductista mantiene que las consecuencias
pasadas de una conducta determinada gobiernan su estado presente. Si conocemos
la respuesta que provocó una conducta determinada en el pasado, podemos
predecir si el actor producirá la misma conducta en la situación presente.

Conceptos básicos



El refuerzo constituye un concepto clave de la sociología conductista y puede
definirse como una recompensa. Nada inherente a un objeto constituye una
recompensa. Los reforzadores no pueden ser definidos a priori; sólo pueden
definirse mediante sus efectos sobre la conducta. Así, una «recompensa» que
no influye en el actor no constituye un reforzador. La comida podria ser considerada
una recompensa en nuestra sociedad, pero si.un individuo determinado
no está hambriento, la comida no servirá como reforzador. Un determinante
crucial para saber si una recompensa dada servirá o no de reforzador es el grado
de privación del actor. Si los actores han sido privados de comida, por ejemplo,
se sentirán hambrientos y la comida actuará como un elemento de refuerzo.
Pero si acaban de comer su grado de privación será mínimo y la comida no
constituirá un reforzador eficaz. Este es un ejemplo de privación fisiológica. Si
negamos a las personas la comida, el sexo, el agua o el aire, estas cosas servirán
de reforzadores eficaces. Si, por el contrario, estas necesidades fisiológicas están
sobradamente cubiertas, no constituirán reforzadores eficaces. Los reforzadores
también pueden aprenderse. Por ejemplo, algunas personas aprenden a
gustar de la música rock y otras de la música clásica. Así, pueden existir marcadas
diferencias en las cosas que una persona encuentra gratificadoras. Una vez
que aprendemos a necesitar cosas, sirven como reforzadores cuando nos privan
de ellas.
Los reforzadores se definen por su capacidad para fortalecer (esto es, reforzar)
la conducta. Por ejemplo, ser capaz de escuchar buena música refuerza la
conducta de poner en marcha el equipo de música. Los reforzadores pueden ser
también positivos o negativos (Baldwin y Baldwin, 1986). El refuerzo positivo
se produce cuando la conducta provoca recompensas gratificantes, «que, de
este modo, aumentan la probabilidad de que la conducta se repita en el futuro»
(Bushell y Burgess, 1969: 28-29). En esta situación el actor es recompensado;
por ejemplo, el vendedor llama a una puerta y consigue vender su producto. Los
teóricos conductistas considerarían la venta como un refuerzo positivo si el
vendedor llama luego a otras puertas con la esperanza de volver a tener éxito.
Baldwin y Baldwin concluyen: «Las personas suelen disfrutar el aprendizaje
por medio del refuerzo positivo porque aumenta los efectos positivos y las experiencias
gratificantes de su vida» (1986: 15). El refuerzo negativo también aumenta
la probabilidad de la ocurrencia futura de una conducta, pero adopta la
forma de eliminar algo indeseado del entorno. Apagar una radio alta y ruidosa,
por ejemplo, puede aumentar la capacidad de una persona para escribir o leer.
En el futuro, la capacidad de una persona para escribir o leer aumenta una vez
que la radio se ha apagado.


En nuestro análisis de los reforzadores examinaremos ahora los castigos:


«Una consecuencia que disminuye la frecuencia de una respuesta que le precede
es un elemento de castigo» (Bushell y Burgess, 1969: 29; véase también
Baldwin y Baldwin, 1986: 25). Por ejemplo, una crítica o incluso una actitud
crítica puede impedir que alguien repita un acto determinado. Sin embargo, un
castigo para una persona puede constituir una recompensa para otra. Una persona
que gusta de argumentar, por ejemplo, puede encontrar las críticas a su argumentación
gratificadoras y puede expresar determinadas cosas con la intención
de provocar esas críticas. Por eso, con el fin de determinar si algo constituye
una recompensa o un castigo, debemos conocer la historia personal del individuo
en cuestión, así como sus características psicológicas.


Los castigos, igual que los reforzadores, pueden ser positivos o negativos.
Mientras los reforzadores fortalecen la conducta, los castigos reducen la fre
cuencia de una respuesta. Un castigo positivo se da cuando la emisión de un
estímulo no deseado suprime la conducta. Echar un reprimenda a un niño siempre
que corre por la calle constituye un ejemplo de castigo positivo. El castigo es
negativo cuando la conducta se suprime debido a la pérdida o eliminación de la
recompensa. Esto se denomina coste de respuesta, o pérdida de los reforzadores.
Si eliminamos o amenazamos con eliminar los privilegios de que disfruta un
niño porque no quiere hacer las tareas domésticas, estamos empleando un castigo
negativo. Don Bushell y Robert Burgess afirman que el coste de la respuesta
(constituye el soporte principal de los procedimientos de control de las organizaciones
sociales» (1969: 30). En lugar de dar recompensas o aumentar los castigos
positivos, la mayoría de las organizaciones sociales prefieren eliminar,Oamenazan
con eliminar, las recompensas que las personas están disfrutando.


Como ya hemos señalado, la preocupación central de los sociólogos conductistas
es la relación entre los actores y su entorno. Las relaciones de refuerzo-
castigo entre los actores y su entorno ocurren según ciertas pautas, algunas
de las cuales están determinadas naturalmente (como por ejemplo, la privación
de comida) y otras socialmente. En la pauta más simple de esta relación, los
refuerzos se producen tras todo acto. Esta pauta de conducta continuamente
reforzada suele encontrarse en la infancia, donde, por ejemplo, el grito de un
niño provoca la inmediata atención de los padres. Tal palita no suele darse en la
madurez. El refuerzo de los adultos suele ser mucho más intermitente y ocurre
a un ritmo desigual. Los vendedores ambulantes no esperan que cada vez que
llaman a una puerta consigan vender su producto; pero las llamadas a las puertas
dan lugar a algunas ventas, algo que les mantiene en su puesto de trabajo. Si
nunca fueran recompensados, su conducta de vendedor se extinguiría y dejarían
de trabajar y actuar como vendedores. Curiosamente, la extinción de una
conducta continuamente reforzada tiene mayor probabilidad de ocurrir que la
de una conducta intermitentemente recompensada. Los vendedores terminan
por acostumbrarse a la recompensa intermitente y desde su última venta hasta
que se percatan de que tal vez no vuelvan a vender pasa bastante tiempo. Así, la
extinción de su conducta de vendedor tarda bastante tiempo. Si fueran recompensados
continuamente y de súbito sus recompensas cesaran, se mantendrían
poco tiempo en su trabajo. Sus actividades cesarían antes que si recibieran recompensas
intermitentes.


El refuerzo es mucho más complejo que la idea simple de hacer algo y
recibir la reacción deseada (o indeseada). Muchas condiciones del entorno determinan
la probabilidad de reforzar un acto determinado. Algunas condiciones
hacen probable la respuesta, mientras otras disminuyen su probabilidad. Estas
condiciones son cosas que en el pasado se asociaron al refuerzo o al castigo. Si,
por ejemplo, la persona que realizaba el refuerzo llevó siempre algún tipo de
uniforme, ese uniforme puede provocar una respuesta determinada aunque lo
lleve otra persona. Asimismo, si un aula ha sido siempre relacionada con el
castigo, ésta puede provocar una respuesta al castigo incluso si el estudiante es
recompensado en esa misma aula. Este es el proceso por el que originalmente
los estímulos neutrales -por ejemplo, el uniforme-e- pasan a ser reforzadores
secundarios o condicionados. Una vez transformado, un estímulo neutral puede
convertirse en un reforzador positivo. Como el refuerzo aCUITe raramente en el
vacío, algunos refuerzos secundarios se relacionan inevitablemente con el original.
De este modo, la cantidad de reforzadores se multiplica.

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